Tristeza, cambios de estado de ánimo, disminución importante del interés o placer por las actividades, fatiga, sentimientos de inutilidad o de culpa, desilusión, dificultades de concentración, insomnio…

Las personas que sufren este trastorno experimentan un periodo de alteración del estado de ánimo persistentemente elevado, expansivo o irritable y aumento de la energía y actividad, llamado episodio maníaco, pasando a un estado de ánimo deprimido con pérdida del interés o placer, llamado episodio depresivo. Se caracteriza por cambios cíclicos, pueden pasar de ser muy activos y felices a sentirse muy tristes y desesperanzados. Y así, empezar el ciclo otra vez. Frecuentemente tienen estados de ánimo normales entre uno y otro ciclo.

• Fobia especifica: miedo excesivo e irracional ante situaciones u objetos específicos (por ejemplo, volar, animales, ver sangre, administración de una inyección…) lo que provoca intensos síntomas de ansiedad y suele dar lugar a conductas de evitación.
• Fobia social: miedo o ansiedad intensa en una o más situaciones sociales en las que el individuo está expuesto al posible examen por parte de otras personas (por ejemplo, mantener una conversación, dar una charla, reunirse con personas desconocidas, ser observado comiendo o bebiendo…) provocando un malestar elevado en estas situaciones y, en muchos casos, una evitación de las situaciones sociales.
• Ataque de pánico: se caracteriza por la aparición súbita e inesperada de un miedo intenso o malestar intenso con síntomas que alcanza su máximo en cuestión de minutos, tales como, sensación de ahogo, opresión en el pecho, palpitaciones, inestabilidad, mareos, nauseas, temblores, sudoración, miedo a «volverse loco» o a perder el control, o miedo a padecer un infarto o morir.
• Agorafobia: marcado o intenso miedo o ansiedad provocados por la exposición real o anticipatoria a una amplia gama de situaciones (uso de transporte público, estar en espacios abiertos o sitios cerrados, hacer cola o estar en medio de una multitud…) teniendo pensamientos de que algo terrible podría suceder, que podría ser difícil escapar de este tipo de situaciones o que no dispondrían de ayuda en el momento en que se presentasen los síntomas.
• Trastorno de ansiedad generalizada: Ansiedad y preocupación excesiva a cerca de una serie de actividades o acontecimientos, resultándole imposible librarse de esta preocupación. Por este motivo, se siente inquieto, impaciente, tiene dificultades para concentrarse, se muestra irritable, siente tensión muscular y alteraciones del sueño.

Se caracteriza por la presencia de obsesiones que son pensamientos (por ejemplo de contaminación) imágenes (por ejemplo de escenas violentas) o impulsos (por ejemplo de apuñalar a alguien) que aparecen de forma brusca y reiterada en la mente y generan un alto nivel de ansiedad y perturbación. Pueden venir acompañadas de compulsiones o rituales, que son conductas (por ejemplo de lavado de manos) o actos mentales (por ejemplo contar) de carácter repetitivo que el individuo se siente impulsado a realizar para reducir la angustia que le provoca la idea obsesiva.

Se definen por la presencia de síntomas psicóticos, como alucinaciones (percepciones sensoriales sin objeto real), delirios (creencias falsas sobre una realidad, que no son susceptibles de cambio a pesar de que existen pruebas obvias en su contra) pensamiento o lenguaje desorganizado, una desorganización grave del comportamiento y disminución emotiva disminuida.

El estrés es la reacción de su cuerpo a un desafío o demanda. En pequeños episodios el estrés puede ser positivo, como cuando le ayuda a evitar el peligro o cumplir con una fecha límite. Pero cuando el estrés dura mucho tiempo (por ejemplo, problemas en el trabajo, en el matrimonio, nacimiento, cambio de residencia…) puede dañar su salud con la aparición de síntomas físicos, emocionales o comportamentales: diarrea o estreñimiento, dolores de cabeza, falta de energía o concentración, cansancio, tensión perdida o aumento de peso, problema sexuales, problemas para dormir, irritabilidad…

El sueño es un aspecto esencial para nuestro funcionamiento físico y mental. Permite que nuestro cuerpo y mente descansen y procesen los eventos de nuestras vidas, nos deja una sensación de relajación, nos proporciona energía y nos prepara para afrontar el día a día.

Los problemas de sueño pueden originar una serie de problemas fisiológicos y psicológicos. Sin embargo, también pueden ser indicativos de problemas pre-existentes, como por ejemplo, la depresión, la ansiedad y el estrés, que pueden provocar problemas de sueño.

Los trastornos del sueño no tienen nada que ver con el número de horas que un sujeto duerme, sino con la sensación de descanso y lo reparador que resulte el dormir para la persona. Las horas que una persona debe dormir depende de las características de cada sujeto y por ello no pueden hacerse generalizaciones.

Se caracteriza por patrones de relación, percepción, comportamiento y pensamiento, permanentes, inflexibles y desadaptativos causando malestar o deterioro funcional significativo interfiriendo en las relaciones y vida de la persona. Estas actitudes y conductas son duraderas, aparecen en la adolescencia o inicio de la edad adulta y persisten en la madurez.
A continuación, mostramos la clasificación de los diferentes tipos de trastornos de personalidad, según los criterios diagnósticos de la DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales, de la Asociación Americana de Psiquiatría):